No basta con que nuestras bibliotecas ofrezcan préstamos de DVD’s, ni siquiera de e-books: la lista de nuevas tecnologías que pueden integrar en su oferta es cada vez más amplia y relevante.
Por Marcos Merino
Ciudad de México, 14 de noviembre (SinEmbargo/TICbeat).– Las bibliotecas han cumplido en los últimos tiempos un papel fundamental a la hora de convertir el conocimiento en algo accesible para la población: en una época en la que pocos podían permitirse la posesión de libros (y mucho menos de una gran cantidad y variedad de los mismos) estas instituciones, contando con respaldo público o privado, abrieron una ventana a nuevos mundos para amplios porcentajes de la población.
Por eso, las bibliotecas tienen ahora la opción de volver a liderar el acceso de la ciudadanía a las nuevas formas de conocimiento, lo que en este caso se traduce en las nuevas tecnologías del mundo digital. Su nueva misión alfabetizadora se amplía en esta segundo década del siglo XXI al campo de las habilidades tecnológicas.
Por eso, ya no basta con que nuestras bibliotecas ofrezcan préstamos de DVD’s, ni siquiera de e-books: la lista de nuevas tecnologías que pueden integrar en su oferta es cada vez más amplia y relevante. Ya os hablamos hace un tiempo de los nuevos servicios que ofrecía el uso de la tecnología ‘beacon’ en bibliotecas. También tenemos el ejemplo de la biblioteca Hunt de la Universidad Estatal de Carolina del Norte: una instalación abierta al público, y en la que el usuario puede encontrar salas de ordenadores portátiles, colecciones de videojuegos… e incluso un laboratorio de impresión 3D para crear modelos de plástico.
Aplicaciones como LibrARi (desarrollada en la India) ya permiten, usando un tablet, navegar físicamente por la biblioteca mostrando información contextual como la categorización de los libros o la localización exacta de uno de ellos.
Amazon también se ha dado cuenta de que el futuro pertenece a estos pequeños artefactos, pero no hay razón alguna para que la compañía de Jeff Bezos mantenga el monopolio sobre el suministro de productos culturales por vía aérea. Por eso, la startup australiana Flirtey ha hecho causa común con el servicio Zookal de alquiler de libros para ofrecer un sistema de entrega de libros vía drone. ¿Y si el siguiente paso fuera lograr que la solicitud y la entrega de libros con drones tuviera lugar dentro de la propia biblioteca?